El tono de seducción de algunos textos publicitarios es muy cercano a la poesía. Las cabezas inteligentes poseen elementos propios del aforismo. Veamos si no:
"La soledad es muy hermosa... cuando se tiene alguien a quien decírselo" Gustavo Adolfo Bécquer
"Puedo compartir mi vida contigo, pero no mi clóset" Soy totalmente Palacio
Ambas frases tienen dos componentes: uno donde se plantea una realidad, y otro que aterriza o contradice lo que postula el primero. En la primera parte estamos soñando, en la segunda alguien nos despierta con un cubetazo de agua.
Estoy convencido de que un redactor publicitario es un poeta del consumismo. Un vivo ejemplo es mi amigo Francisco Hernández, publicista retirado que se ganó hace tiempo el Premio Nacional de Poesía, no por sus anuncios sino por sus libros de poemas, pero con la publicidad practicaba.